El bien y el mal

El padre Poblete fue mi director de Tesis en ILADES (Instituto Latinoamericano de Doctrina y Estudios Sociales) por los años 80 y tuve una buena experiencia. Es una persona tremendamente inteligente, que logró levantar el Hogar de Cristo a niveles insospechados. Pero ahora conocemos dolorosamente la otra cara. Marcial Maciel creó una tremenda obra como Los Legionarios de Cristo y tuvo también una conducta tan aberrante y ajena a los principios cristianos y a su celibato. Karadima fue también un aporte para mucha gente, el obispo Cox valorado por otros. Pero sus lados oscuros son también profundos. Maradona, Miquel Jackson, Bill Crosby, John F. Kennedy, Frank Sinatra y tantos otros han dado un gran aporte en distintos ámbitos a la humanidad, pero a su vez han mostrado otra cara muy oscura.

¡Tanto bien y tanto mal!

Cuando nos vemos enfrentados a esta realidad buscamos respuestas más claras al respecto y nos parece de una gran complejidad.

Sabemos que el ser humano en su naturaleza tiene virtudes y pecados, un lado claro y otro oscuro. Somos templos de Dios lo sabemos, ¿pero somos también templos del mal?.

Es un tema complejo que ha dado para estudios y debates.

Si lo aterrizamos a nuestra realidad, descubrimos que el bien y el mal está en todas partes, incluso en las instituciones como hemos podido constatar dolorosamente en nuestro país.

Particularmente nuestra Iglesia ha caído al respecto en profundas contradicciones.

Ella nos enseña que hay que atacar con todas nuestras fuerzas al pecado y ser misericordioso con el pecador, sin embargo se  ha demostrado con hechos que encubrió el pecado, le dio la espalda a las víctimas y solo se preocupó del pecador. Otro accioma  el fin no justifica los medios, también fue pasado a llevar, porque por el fin de cuidar la Imagen de la Iglesia se abusó de todos los medios posibles para tapar el abuso sexual, incluso cuando se atacaba a los seres más sagrados; los niños.

Ahora que complejo separar al pecado del pecador, cundo están tremendamente unidos en los hechos y la realidad. Ambas se determinan. El mal es la ausencia del bien y viceversa. Más allá que aceptemos o no la existencia del demonio como agente del mal. Tema hoy sumamente discutido en la teología.

Según nuestra fe el bien y el mal se originan ya en el Génesis y se proyectará en el hombre en el pecado original. Este mal es el que Cristo vino a redimir.  François Varone, un reconocido Teólogo y formador en 1988 escribió un libro que denomina El Dios Sádico ¿Amó Dios al sufrimiento? En él señala que la existencia del pecado original no se compensa con el sacrificio de Cristo. Porque ello significaría que Dios no solo castigó al hombre por desobedecer, sino también lo obliga a un sacrificio mayor, matar a una persona, su hijo, y el sacrificio de nosotros mismos, para que se rediman los pecados de la humanidad. Sin embargo, la revelación bíblica nos habla de algo muy distinto: el sacrificio de Jesús en la cruz ha de ponerse en relación con todo cuanto le antecede -su actividad profética- y con lo que viene a continuación: la resurrección. No se trata, pues, de un mecanismo de "compensación" subyacente a la lógica de la salvación, sino de una revelación, de una iniciación a la vida, de una "liberación del deseo". 

Ahora visto desde afuera, Yuval Noah Harari el Gurú ateo de nuestro tiempo, en su libro de Animales a Dioses, señala que somos una religión dual, con dos Dioses; el del bien y el del mal. Ambos en igualdad de condiciones porque si fuera distinto uno habría dominado al otro. En fin, de seguro los eruditos en el tema podrían presentar muchas visones al respecto.

¡Ahora yendo a lo concreto! Pedirle a una víctima que haga esta distinción es un despropósito y a una sociedad que se ve afectado por esta realidad casi como pandemia, es pedir un imposible.

Si un padre sabe de que su hija fue violentada sexualmente, no tiene ninguna posibilidad de pensar en la parte buena del agresor, muy por el contrario lo ataca como símbolo del mal y algunos están dispuesto a atentar contra su vida. Una sociedad que ve tanto abuso de parte de nuestra Iglesia (alrededor del 10% del personal consagrado  está investigado por el Ministerio Público), su indignación le impide ver a tantos extraordinadrios sacerdotes y religiosas que tenemos y tantas  obras buenas que se realizan. Sinceramente toda la Iglesia ha caido en desgracia. El mal es superior al bien.

En la sociedad esto se manifiesta también en visiones sesgadas que no son capaces de dirimir claramente entre lo bueno y lo malo; estos son los complacientes y los flajelantes. Los primeros ven en la realidad todo lo bueno y por lo mismo no le parece que haya grandes aspectos que cambiar, generalmente son los que viven en un gran Estado de Confort, solo hay que hacer un maquillage y punto. Por su parte hay otros que ven la realidad como que todo está mal, que nada sirve, a todo le ven malas intenciones, juego de poderes e intereses. Poco o nada se salva. Generalmente los que así piensan son naturalmente  los que lo han pasado y lo estan pasando muy mal. Si bien esta conducta puede ser algo generalizable para distintas sociedades, en nuestro caso por el carácter bipolar que tenemos en nuestra cultura, lo conducta se  agraba.

Sin duda  que el lugar que se ocupa  en la sociedad, la ideología y  los sentimientos que se anidan en la vida, son muchas veces los que marcan el fiel de la balanza hacia lo bueno o lo malo. Con ello perdemos objetividad. Aunque muchos nos preguntamos si la objetividad como absoluto existe.

Muchos análisis se podrían hacer al respecto,  lo sierto es que esta mirada maniquea muy común en nuestra sociedad, en nuestra Iglesia y en el propio movimiento, no sirve, es poco realista y no tiene nada de objetividad. ¿Pero por otro lado como podemos distanciarnos frente a los hechos para analizarlos en toda su dimención y generar una opinión relativamente objetiva?

Cuando las respuestas a las realidades parece que salieran del estómago, es una evidencia que no está buscando la verdad, sino que se está defendiendo su ideología y con ello su estabilidad psicológica propia de su piso existencial. Cuantos defendían que el abuso a los derechos humanos en dictadura era una mentira, era una campaña del comunismo internacional. Esa negación al reconocer la verdad era muy dura porque se le movía absolutamente el piso al aceptarla.

Recuerdo haber visto a miembros de nuestra familia  llorar cuando después del Informe Rettig, el Padre Humberto Anwandter en una jornada hace un reconocimiento de los hechos. La verdad les había cuestionado sus creencias, sus certezas, su posición frente a la sociedad chilena y a la realidad vivida. Se les movió su piso existencial.

Es cierto, la vida no es blanco y negro tiene miles de tonalidades y matices. El padre Hernán Alessandri al referirse a la dualidad Marxismo – Capitalismo en la tan importante Jornada de Montahue en 1971, señalaba: “Tenemos que romper esa mentalidad dualista, ese esquema simplista. Es típico de las mentes infantiles caer en el dualismo. La realidad es compleja, pero es típico del niño vivir en un mundo semejante al de las películas de cowboys donde los hombres se dividen entre (el jovencito) y los malos, de manera tajante. El mundo no está hecho en base a contradicciones absolutas (2)

¿El bien y el mal, lo bueno y lo malo al parecer no existen como absoluto están siempre matizados? 

Sin entrar al tema de los delitos, que siempre deben ser sancionados como corresponde, ¿podremos seguir señalando que debemos ser críticos con el pecado y misericordioso con el pecador, cuando están ambos muy unido?

¿Hay un abismo entre nuestra visión teórica y la aplicación práctica misma?

Al final de este análisis de seguro le quedarán mas interrogantes que certezas.

Sinceramente no tengo una respuesta más clara y precisa que entregar. Es un tema que lo dejo abierto para su reflexión y para el aporte  de personas más preparadas y mentes más esclarecidas que nos pueden mostrar otros y nuevos caminos.