¿Por qué escribo de cine?
El padre Enrique José Grez nos presenta una interesante visión de la cinematografía, en la cual podemos reconocer la verdad humana, y por tanto puede ser un interesante instrumento para nuestra comunidad.
Viernes 10 de abril de 2015 | P. Enrique José GrezMuchos se preguntarán si acaso a este curita se le olvidó que es en primer lugar ministro de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. ¿Qué hace escribiendo de películas? Y peor, de algunas que no tienen nada de santas. Lo mismo me pregunto yo. Y la verdad que a pesar que algo de cine he escrito en los últimos años a través de este portal, con algo de culpa reconozco que es mucho más lo que he visto y ahora me encuentro en el tris de comenzar compartirles más a menudo de lo que estoy mirando.
El cine, como alguna vez dije, había carecido de mi aprecio por parecerme en mi adolescencia un sustituto de la realidad que nos ofrece narrativas y pasiones tanto o más fuertes que las de la pantalla. Pero con el tiempo me he ido dando cuenta - ya estoy hablando como viejito, y sólo tengo 36 - que las películas sobre seres humanos nos ayudan a pensar sintéticamente algunos de los nudos, cimas y cruces de los hombres y mujeres que están más cerca de nosotros. En suma, el buen cine, y vaya uno a saber cómo se define aquello, nos humaniza, nos aproxima a los demás y ayuda a que le pongamos nombre a la fuerte realidad de todos los días.
Si como schoenstattianos somos adictos a la comprensión de los seres humanos como organismos vivos y detestamos que éste sea categorizado como un mecanismo. Si además tenemos una mirada orgánica sobre la comunidad, la Iglesia y la sociedad, los invito a hacer un experimento. Pensemos, animados por el pensamiento de un estudioso del sentido y la cultura como Iuri Lotman (1996), que nuestra comunidad de fe, en cuanto unidad vital, se asemeja a una célula. Habrá distintas funciones en ella que se corresponden con sus correspondientes biológicas: reproducción, respiración, metabolismo, etc. Ahora los llevo a considerar la repetida frase de "estamos encerrados en nuestro vocabulario schoenstattiano" y que entendamos, en el paralelo que estamos haciendo, con la membrana de aquella célula, que nuestra Cultura de Alianza tiene también una membrana. Pensemos en ella un momento. ¿Qué pasa si la membrana es impermeable? la célula tiende a la inanición porque no hay intercambios que permitan su metabolismo, ni hacia adentro, ni hacia afuera. Pero por otro lado ¿Qué pasa si la membrana es en extremo permeable? la célula tiende a diluirse en el medio, deja de ser posible designarla, desaparece. Creo que lo mismo podemos decir de la célula de fe a la que pertenecemos, en nuestro caso, el Movimiento de Schoenstatt. No está mal tener un lenguaje, y toda una estructura, dado que ella es la que sostiene la unidad, pero si esta membrana cultural es muy tupida nos termina por ahogar. En esas estamos, como siempre buscando una armonía.
En los últimos años, y particularmente en torno a la vivencia del Jubileo, nos hemos animado a nosotros mismos a emprender la tarea de traducción de nuestro carisma hacia el "lenguaje de la tribu", como lo nombra Parra. Sin embargo considero que para que una membrana cultural opere como tal, debe considerar no sólo la salida de elementos hacia afuera de ella misma, sino también el ingreso de nuevos suministros que deben ser traducidos hacia el interior en ese espacio orgánico-cultural. La tarea de la crítica de cine, como tantas otras que se pueden emprender, tiene estas características. Quisiera tomar el cine sobre seres humanos, tal y como se nos presenta, como un insumo vital para nuestra comunidad de fe. En este sentido quisiera tomar sin miedo y con la delicadeza de María la amplia diversidad de problemáticas que el cine contemporáneo nos trae para poner en "palabras comprensibles para nosotros" la verdad humana, católica y schoenstattiana que en ellos se esconde. Nos podemos llevar unas cuantas sorpresas. A menudo me limité a mi mismo pensando ¿Cómo voy a criticar tal película si tiene una perspectiva que parece equivocada o una escena que complicaría a más de alguno? Pienso que a partir de ahora pasaré de esos escrúpulos con el fin de que podamos gozar de una atmósfera más saludable, en la que nuestra apertura a la Iglesia y el mundo no sólo dependa de unos esfuerzos titánicos por salir de nosotros mismos. También podemos, y pienso que son muchos los que ya han emprendido esa ruta en otros campos, abrir los canales de traducción para dejar pasar hacia el interior de nuestra célula cultural algunos nutrientes que harán que podamos ser más plenamente lo que somos.
Fuente imagen: espacioceat.cl