
Un chileno a los Padres
Denise Ganderats –
El pasado 12 de julio, en Tuparendá, Paraguay, 18 novicios de los Padres de Schoenstatt, recibieron la “Túnica de Sión”, vestidura que no sólo marca el camino de formación que inician en esta comunidad de los Padres y que usarán en sus celebraciones litúrgicas, sino también es un signo visible del deseo de revestirse de Cristo, expresión del anhelo de seguir sus pasos, y servir a la Iglesia desde el carisma de Schoenstatt. Estos jóvenes pertenecen al Noviciado Euroamericano 2025 y son de 8 países: 2 paraguayos, 3 brasileros, 3 argentinos, 2 de Estados Unidos, 3 mexicanos, 2 ecuatorianos, 2 españoles y 1 chileno: José Otaegui Ganderats.
Somos Denise Ganderats y Eduardo Otaegui, papás de José, y con infinita gratitud y alegría acompañamos a José en esta decisión valiente y radical, en este “sí” a seguir a Jesús y dejarlo todo, en entregarse por entero a la Mater y a la misión. Su vocación es un regalo! Para nosotros, la “Toma de Túnica” fue más que la ceremonia misma… Partimos a Paraguay como familia con el anhelo de verlo, abrazarlo, conversar y compartir con él este hito en su formación. Partieron también tíos, primos y padres amigos.
En Tuparendá pudimos experimentar ese ambiente cálido y familiar del que habla el padre fundador, fue impresionante el acogimiento que tuvimos de parte de la Familia paraguaya, especialmente del Círculo Vocacional, que se preocupó de mil detalles antes de partir y de esos días allá, sosteniendo esta celebración con su oración y trabajando mucho para que haya sido una fiesta; también los padres Manu López y Pablo Pizani, encargados de la formación y de todo lo del Noviciado, nos recibieron con cariño y estuvieron muy pendientes de nosotros, abiertos a resolver cualquier duda, a orientarnos, y por sobre todo a compartir, conversar y conocer un poco más a todas las familias de los novicios. Fue lindo compartir con tantos Padres de Schoenstatt venidos de distintas partes del mundo, ver cómo ellos estaban también tan contentos con este nuevo Curso de novicios y por estar ellos mismos en Tuparendá y así recordar sus propias tomas de túnicas. Y lo mejor, conocer a los “hermanos de curso” de José, estar con ellos, verlos a todos felices, conocer a sus familias y compartir todos los papás la alegría de ver a nuestros hijos tan contentos en este anhelo de acercarse a Dios, de seguirlo, de darse por entero, fue una gran alegría. Éramos como una familia grande, donde no importaba el país de donde veníamos o el idioma que hablábamos porque el cariño, la alegría y la amistad no conocen mucho de esas cosas.
La ceremonia misma de la Toma de Túnica fue ¡preciosa! Vivida con el corazón de principio a fin ¡muy emocionante realmente! La Iglesia, que es muy grande, estaba llena! El altar preparado y a un costado, sus túnicas y cíngulos.
Las campanas nos anunciaban que venían… comienza el coro (¡precioso también y además todas las canciones lindas!) y entra la procesión de banderas, padres y ellos… Verlos llegar, ver sus sonrisas, su alegría en la mirada, en los gestos, y todo lo que habían preparado para que esta Misa fuera realmente una “acción de gracias”.
La historia de la Alianza comienza con un Dios que mira con esperanza y el pueblo que se siente mirado, cuidado, amado, que se siente propiedad de Dios y hermanos entre sí. Estas palabras fueron parte de la homilía del P. Alexander Awi, Superior General de los Padres, que, tomando las lecturas que los novicios habían elegido, su lema, sus vivencias de este tiempo, etc. nos habló de cómo Dios vio, a cada uno… y ellos lo miraron a Él… y se sintieron mirados por Él, escucharon su llamado de forma muy personal y eso les cambió la vida… Igualmente fueron mirados por la Mater en el Santuario. Les dijo también: ¡No tengan miedo de venir, de ver, de mirar al Señor y dejarse mirar por Él para ver cosas más grandes! y el coro cantaba por partes la canción “Verás cosas mayores”, que sin duda hoy tiene un eco distinto en el corazón cada vez que la escuchamos.
Luego el P. Manu, formador de los novicios, llama a cada uno por su nombre y cada novicio respondió “Aquí estoy”, poniéndose de pie. Todos reciben su túnica y salen de la Iglesia para ir a revestirse… Bueno… si antes los novicios estaban contentos, no sé bien cómo describir la expresión que tenían cuando volvieron revestidos de blanco, con su túnica; la alegría de ellos era desbordada y la emoción de nosotros, los papás y todos los familiares, incontenible. ¡hasta las lágrimas!
Así, continuó la misa como de costumbre, salvo por algunas “sorpresas” que los novicios habían preparado, como cantar una canción que habían hecho, recogiendo parte de las vivencias de este tiempo y sus anhelos; y terminar con una profunda oración de acción de gracias. ¡Había tanto y a tantos por lo que agradecer! De ahí salieron en procesión hacia el Santuario junto a todos los padres, las banderas y todos los que estábamos presentes. Ellos entraron al Santuario, hicieron una oración como curso, cantaron y salieron para tomarse la foto “oficial” y luego dejarse saludar y abrazar (y fotografiar) por todas sus familias y amigos.
¡Era una fiesta! ¡Estaban tan contentos! ¡Qué alegría haber estado ahí y repetir con gratitud “¡qué bien estamos aquí”!
Y como había que seguir celebrando, nos fuimos “de la misa a la mesa” a disfrutar un delicioso almuerzo preparado y atendido por los miembros del Círculo Vocacional.
Al terminar, les comparto otras palabras dichas por el P. Alexander Awi al final de su homilía: “Queridos novicios, un día, debajo de la higuera de la vida de cada uno de ustedes, el Señor los miró con esperanza y amor. Un día la Mater en el Santuario puso su mirada tierna sobre ustedes. Y los miró juntos, los miró como hermanos. ¡Juntos entre ustedes y juntos con nosotros los Padres de Sión! No duden jamás de esta mirada. Déjense mirar siempre de nuevo por ellos y mírense siempre entre ustedes con la esperanza y el amor de Jesús, con la ternura de María, como comunidad de corazones. Que la mirada de ellos les enseñe a mirar a los demás con esperanza, amor y ternura, les enseñe a poner siempre la mirada en el horizonte de la misión a la que ustedes fueron llamados, la misión de nuestro Fundador, la misión de Sión, la misión de Schoenstatt. Una mirada contemplativa y misionera. Su fuego nos urge, es hora de salir a anunciar, “¡ya es hora de amar!” Así sea.
¿Cómo vivió José la Toma de Túnica? esto es lo que nos dijo…
Fue la manera “tangible” de iniciar esta vida de consagrados. Es como el “bautismo” o la “confirmación” en esta vida de consagrados; si bien ya somos novicios, es el inicio tangible. Pienso en mi confirmación, yo la hice en diciembre pero desde marzo yo ya me quería confirmar; pero tenía que tener un proceso de preparación, introspección, aquí es parecido con oración, clases para nuestro conocimiento, conocimiento del Movimiento, y no recibir esta túnica tan “perdidos” sino, recibirla dándole el significado grande que tiene. Es el bautismo de una vida que queremos comenzar y a la cual nos llama el Señor.
Es muy bonito que se pueda vivir con la familia. A todos nos emocionó mucho y nos trajo mucha alegría poder verlos, compartir, que entraran a nuestra casa, a nuestras piezas, poder conocer las familias de los otros. Fue una vivencia familiar, muy propio de Schoenstatt. Es bonito que la primera vez que nosotros nos vemos a nosotros mismos revestidos, sea con nuestras familias, que sea al mismo tiempo. Porque para todos nosotros nuestras familias son muy importantes y ver a la gente que queremos tanto, que nos han acompañado tanto, que estén también en este paso, fue muy importante, ¡más bonito es cuando la familia se llena de orgullo!
Conocer a las familias de mis hermanos, saber de dónde vienen, compartir con sus familias y ver cómo cada uno quiere a sus familias es muy muy bonito.
Este día fue tener el corazón lleno de gozo, repetir como la Mater “mi alma canta de gozo” cómo el Señor se ha manifestado en nuestra vida y ver el paso de Dios en nuestro llamado”.